Mama Antula, nombre real de María Antonia de San José de Paz y Figueroa, fue una figura destacada en la historia colonial de Argentina durante el siglo XVIII, y hoy es venerada como la primera santa argentina. Este artículo te llevará a través de la vida fascinante de Mama Antula y su impacto duradero.
Nacida en Santiago del Estero en 1730, Mama Antula provenía de una familia acomodada. A pesar de su posición social, eligió un camino inusual para la época, dedicando gran parte de su vida a la peregrinación, la evangelización y la fundación de "casas de ejercicios". Estos lugares servían como retiros para llevar a cabo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.
Mama Antula desafió las normas al rechazar el matrimonio y la vida monástica, optando por ser una "beata", una laica consagrada cristiana. Desde los 15 años, acompañó a los jesuitas en su labor de evangelización entre los pueblos originarios, desafiando las restricciones sociales de la época que prohibían a las mujeres jóvenes viajar con hombres.
Tras la expulsión de los jesuitas de las colonias españolas en 1767, Mama Antula, entonces con 38 años, continuó la práctica de los ejercicios espirituales a pesar de su prohibición. Viajó extensamente por el noroeste argentino y hasta Buenos Aires, llevando consigo las enseñanzas jesuitas.
A pesar de ser inicialmente rechazada en Buenos Aires, Mama Antula ganó respeto y se convirtió en una figura consultada por la alta sociedad y la dirigencia colonial. Construyó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales San Ignacio de Loyola, financiada completamente con donaciones, que sigue siendo utilizada para retiros espirituales hasta hoy.
Mama Antula desempeñó un papel crucial en la introducción del culto a San Cayetano, Patrono del pan y del trabajo, en Argentina. A lo largo de su vida, organizó retiros espirituales para más de 70,000 personas, incluyendo prominentes figuras históricas.
Beatificada en 2016, Mama Antula fue finalmente canonizada el 11 de febrero de 2024 por el papa Francisco en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Su legado perdura, reconocido por su labor evangelizadora, dedicación a los ejercicios espirituales y su impacto en la vida espiritual y social de la Argentina colonial.