Cada 12 de marzo, Argentina conmemora el Día del Escudo Nacional, una fecha trascendental que marca la creación y adopción de uno de los símbolos más representativos de su identidad. En 1813, en plena consolidación como nación independiente, las Provincias Unidas del Río de la Plata decidieron dar forma a un emblema que autentificara sus actos de gobierno y reflejara su compromiso con la libertad.
En enero de 1813, el Segundo Triunvirato convocó a la Asamblea del Año XIII, con el propósito de promulgar la soberanía, proclamar la independencia y redactar una Constitución. El diputado Agustín Donado, encargó al orfebre peruano Juan de Dios Ribera la creación de un sello que reemplazara al usado por el Virreinato, autentificando así los documentos de la Asamblea. El 12 de marzo de 1813, mediante un decreto, el Escudo Nacional fue oficialmente reconocido y adoptado.
Cada elemento del Escudo Nacional argentina lleva consigo una profunda simbología. Los antebrazos entrelazados representan la unión de las provincias, el gorro frigio y la pica simbolizan el compromiso de defender la libertad, mientras que el sol naciente anuncia el surgimiento de una nueva nación. Rodeado de laureles, el escudo celebra la victoria en la conquista de la independencia.
Agustín José Donado, destacado constituyente de la Asamblea del Año XIII, desplegó su habilidad artística al diseñar los primeros bocetos del escudo. Masón y defensor de la independencia, Donado contribuyó significativamente al proceso revolucionario y fue el responsable de llevar a la realidad la necesidad de un sello distintivo para la nueva nación.
A lo largo de la historia, el Escudo Nacional ha sido reconocido como un emblema de identidad y orgullo nacional. Su adopción oficial en 1944 consolidó su posición como símbolo patrio. A pesar de diversas versiones y debates sobre su autoría, el Escudo Nacional ha perdurado como un testimonio visual de la independencia y evolución de Argentina.
En el Día del Escudo Nacional, Argentina celebra no solo un símbolo gráfico, sino un compromiso permanente con los valores de libertad e independencia. A medida que evolucionó con el tiempo, el escudo continúa siendo un recordatorio tangible de la rica historia y la identidad única de la nación.