Este viernes, el dólar libre registra una significativa caída del 2%, situándose en $980 para la venta, su valor más bajo desde el 15 de diciembre del año pasado, justo en los inicios de la gestión presidencial de Javier Milei.
La reducción en la demanda de dólares se atribuye en gran medida a la abundancia de pesos dirigidos hacia inversiones en acciones, bonos y otros instrumentos financieros, desplazando así al dólar como tradicional refugio ante la inflación.
La estrategia gubernamental de controlar el dólar mayorista y permitir la liquidación de exportaciones a través del mercado de valores ha contribuido a estabilizar las cotizaciones del dólar. Además, el inicio del período de máxima liquidación de exportaciones del agro promete un ingreso sustancial de divisas, brindando cierta estabilidad al mercado cambiario.
Las tasas de interés, aunque inferiores a la inflación, son más atractivas que las tasas de devaluación, lo que ha llevado a una importante acumulación de pesos en plazos fijos y fondos comunes de inversión, desactivando así la demanda de dólares en el corto plazo.
Expertos como Salvador Di Stefano y Gustavo Ber destacan un cambio de paradigma en la economía argentina, donde el dólar ya no es el único objeto de deseo. Con un superávit fiscal impulsando bonos y acciones, los dólares alternativos enfrentan un difícil panorama ante la inflación y la abundancia de divisas provenientes del campo.
A pesar de la estabilidad actual, las perspectivas futuras del dólar dependen en gran medida de la evolución de la inflación y las políticas económicas del gobierno. El ritmo de devaluación podría ajustarse en función de la inflación para mantener la acumulación de reservas y evitar un atraso cambiario.
En resumen, el dólar libre enfrenta un escenario desafiante, marcado por una serie de factores económicos y políticos que están redefiniendo su papel en la economía argentina